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lunes, 4 de julio de 2011

La decadencia del estilo desordenado

En un momento donde el fútbol se controla al más mínimo detalle, parece haberse quedado obsoleto apostar por nombres y no por una estructura que permita controlar todos los aspectos. Los entrenadores buscan el no sufrir, pero quedan núcleos aislados donde prefieren jugar a verlas venir y plantear los partidos a dar más golpes que el rival independientemente de los recibidos. Así se definía el estilo de Schaaf y su Werder Bremen, pero tras 12 años en el banquillo del Weserstadion, ha tenido que afrontar la temporada más dura de su trayectoria y recibir numerosas críticas a su juego. El equipo del norte alemán veía en el pasado verano como se iba su máxima estrella, Mesut Özil, y así, uno de los mejores futbolistas que han tenido en los últimos años. Pero en el club, el objetivo europeo seguía intacto y continuaron la política de traer jugadores poco conocidos para transformarlos en futbolistas de alto nivel.


Aunque pronto se vio se la temporada no tenía buena pinta y ya en el primer partido en Hoffenheim, les mojaron la oreja con un 4-1. No fue un hecho aislado, el conjunto verdiblanco mostraba enormes carencias defensivas y esta vez, problemas también en ataque. Arnautovic no se acomodó bien al equipo y Pizarro no lograba continuidad por problemas físicos. Schaaf no logró perfilar un once titular que le diera regularidad, por lo que el equipo se mantuvo en mitad de tabla durante la primera vuelta, pero con el descenso más cerca que Europa. Humillantes derrotas como la de Hannover, Stuttgart o Schalke, donde fueron goleados y derrotas sorprendentes en casa contra rivales de abajo acentuaban el descontento de la afición con su equipo. El invierno ya se dio por hecho que el objetivo era la permanencia y que habría que sufrir para conseguirla. Llegó el sueco Denis Avdic reforzar el ataque e intentar equilibrar las estadísticas, que mostraban uan evidente descopensación entre goles encajados y materializados.

Pero la segunda vuelta se iniciaba peor aún que la primera y una racha de seis partidos sin ganar les llevó a una peligrosa decimaquinta plaza y a tan solo un punto del descenso. El equipo a domicilio se mostraba descoordinado y temeroso mientras que en casa les vencía la presión y el miedo. En Marzo las cosas fueron mejorando y dos victorias a domicilio en Freiburg y Nürnberg, combinadas con algunos empates contra rivales directos, les permitieron sacar distancia respecto al pozo. Empezó a surgir la figura del joven Sandro Wagner, quien asumió responsabilidades junto con el veterano Pizarro. Las victorias contra St. Pauli y el Borussia Dortmund certificaron la continuidad del equipo hanseático en la elite del futbol alemán y ponían fin al sufrimiento de unos aficionados desacostumbrados a vérselas en esa situación. Al final, todos contentos, pero Schaaf deberá plantearse si el equipo debe cambiar de estilo o si debe mantenerse firme a unos principios que le llevaron a ser uno de los mejores equipos de Alemania.

Clasificación: 13º con 41 puntos

El once de gala

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