Tras cinco meses desde el nefasto empate que ridiculizó a la
selección contra Suecia, venía una prueba sencilla, donde no preocupaba tanto
el resultado como la imagen. Y lo cierto es que se resolvió con relativa
comodidad, pero las sensaciones siguen siendo agridulces y ni mucho menos se
acerca a la Mannschaft del fútbol de salón que enamoró antes de la Eurocopa. El
resultado de 0-3 en el Astana Arena de Kazajistán era cuanto menos previsible,
siendo el mismo marcador que cosecharon en su última visita al país ex soviético.
El ambiente en la grada era estimulante, en lo climatológico fue frío y en el
terreno de juego David contra Goliat. Joachim Löw sacó un once que combinó
titulares indiscutibles con otros jugadores a los que premiar su buen trabajo
en la temporada. Así, el once estaba compuesto por Neuer, Schmelzer, Höwedes,
Mertesacker y Lahm en línea defensiva. El centro del campo indiscutible, con
Schweinsteiger y Khedira, Özil de enganche, bandas para Müller y Draxler, y el
ataque para un reconvertido Mario Götze.
Sorprendía que Mario Gómez se quedara en el banquillo y
Draxler tuviera su oportunidad, aunque la mala suerte se cebó con el jugador
del Schalke que a los veinte minutos tuvo que ser sustituido por un golpe en la
cabeza. Por precaución, el joven minero se quedó en el banquillo y Podolski
recuperó su posición. Curiosamente fue ingresar el ex del Köln en el campo y
llegar dos goles en un visto y no visto. El primero obra de Bastian
Schweinsteiger, que recogió un balón de Khedira en el área y tras un sombrero a
Kirov bate a Sidelnikov. El balón rozó en Müller antes de entrar, pero entró
finalmente y suponía abrir la lata que era lo más complicado. Pero en plena
euforia por el gol tardó unos segundos en llegar segundo golpe que ya
encarrilaba el asunto. Khedira se internó en el área y cede a Müller que en
pugna con el guardameta kazajo logra asistir a Götze y a placer marcaba el 0-2.
En ninguno de los dos goles hubo celebración plausible, a
conciencia que el resultado era lo mínimo que s ele debe exigir a una Alemania
claramente muy favorita. Tras el 0-2, la Mannschaft cedió el dominio a los
anfitriones que alentados por la grada, se propusieron plantarle cara al
combinado germano. Y lograron tener llegadas peligrosas, aunque más por relax
de la zaga visitante. Alemania sabía que con defender bien y dejar que pasaran
los minutos el resultado no peligraba e incluso a la contra lograrían
ampliarlo. En el 68 llegó el gran susto, trallazo de Konysbayev que se estampó
en el travesaño. Dos minutos después, el jugador kazajo del SpVgg Greuther Fürth,Heinrich
Schmidtgal, obligó a Neuer a lucirse con una mano milagrosa. Las dos ocasiones
fueron antesala del 0-3, jugada larga de toque que Thomas Müller finaliza con
la clase que le pertenece. Se cerraba el marcador de un partido sin mucha
historia que se repetirá el Martes en Nürnberg.
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