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sábado, 23 de marzo de 2013

Eficacia en Astana y poco más de brillo


Tras cinco meses desde el nefasto empate que ridiculizó a la selección contra Suecia, venía una prueba sencilla, donde no preocupaba tanto el resultado como la imagen. Y lo cierto es que se resolvió con relativa comodidad, pero las sensaciones siguen siendo agridulces y ni mucho menos se acerca a la Mannschaft del fútbol de salón que enamoró antes de la Eurocopa. El resultado de 0-3 en el Astana Arena de Kazajistán era cuanto menos previsible, siendo el mismo marcador que cosecharon en su última visita al país ex soviético. El ambiente en la grada era estimulante, en lo climatológico fue frío y en el terreno de juego David contra Goliat. Joachim Löw sacó un once que combinó titulares indiscutibles con otros jugadores a los que premiar su buen trabajo en la temporada. Así, el once estaba compuesto por Neuer, Schmelzer, Höwedes, Mertesacker y Lahm en línea defensiva. El centro del campo indiscutible, con Schweinsteiger y Khedira, Özil de enganche, bandas para Müller y Draxler, y el ataque para un reconvertido Mario Götze.

Sorprendía que Mario Gómez se quedara en el banquillo y Draxler tuviera su oportunidad, aunque la mala suerte se cebó con el jugador del Schalke que a los veinte minutos tuvo que ser sustituido por un golpe en la cabeza. Por precaución, el joven minero se quedó en el banquillo y Podolski recuperó su posición. Curiosamente fue ingresar el ex del Köln en el campo y llegar dos goles en un visto y no visto. El primero obra de Bastian Schweinsteiger, que recogió un balón de Khedira en el área y tras un sombrero a Kirov bate a Sidelnikov. El balón rozó en Müller antes de entrar, pero entró finalmente y suponía abrir la lata que era lo más complicado. Pero en plena euforia por el gol tardó unos segundos en llegar segundo golpe que ya encarrilaba el asunto. Khedira se internó en el área y cede a Müller que en pugna con el guardameta kazajo logra asistir a Götze y a placer marcaba el 0-2.


En ninguno de los dos goles hubo celebración plausible, a conciencia que el resultado era lo mínimo que s ele debe exigir a una Alemania claramente muy favorita. Tras el 0-2, la Mannschaft cedió el dominio a los anfitriones que alentados por la grada, se propusieron plantarle cara al combinado germano. Y lograron tener llegadas peligrosas, aunque más por relax de la zaga visitante. Alemania sabía que con defender bien y dejar que pasaran los minutos el resultado no peligraba e incluso a la contra lograrían ampliarlo. En el 68 llegó el gran susto, trallazo de Konysbayev que se estampó en el travesaño. Dos minutos después, el jugador kazajo del SpVgg Greuther Fürth,Heinrich Schmidtgal, obligó a Neuer a lucirse con una mano milagrosa. Las dos ocasiones fueron antesala del 0-3, jugada larga de toque que Thomas Müller finaliza con la clase que le pertenece. Se cerraba el marcador de un partido sin mucha historia que se repetirá el Martes en Nürnberg. 

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