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jueves, 6 de enero de 2011

Cuando Alemania asombró al mundo (I)

Cuando nos adentramos en la historia del fútbol, vemos que ningún país se ha caracterizado por momentos puntuales de gloria, sino por una continuidad, más o menos larga, pero evidente a simple vista, el tiempo. Ejemplos, por doquier: la Uruguay de Stábile y Héctor Castro dominó los años 20, Italia cogió su testigo en los 30 y las primeras décadas de la posguerra fueron "propiedad" de la Brasil de Pelé o Jairzinho. Cruyff hizo del Ajax el segundo equipo más dominante de Europa tras el Real Madrid de Di Stéfano y los 80 fueron la época inglesa.

Dentro de los éxitos, Alemania tiene una casuística muy puntual y concreta, a pesar de tener una selección y unos clubes que siempre han llegado a las últimas fases de todas las competiciones que disputan. Es el momento de repasar esos éxitos puntuales en este blog mediante dos capítulos en los que repasaremos los acontecimientos clave que cambiaron el fútbol germano, sobre todo los de 1954 y 1974.

La Alemania futbolística de los años 50 no era ni mucho menos la actual. Tradición escasa, éxitos relativos y una sombra que no se podían quitar de encima. Esa oscuridad era generada por los vecinos austrohúngaros, que durante los años anteriores a la II Guerra Mundial y la década siguiente habían sido mucho más exitosos que los, a priori, "superiores" alemanes.

Sindelar, frente a Alemania
Era aquella Austria del malogrado Matthias Sindelar, que llegó a las semifinales del Mundial de Italia en 1934. El Wunderteam, no obstante, despareció con la anexión nazi de Austria y no pudo rememorar el increíble juego que llegaron a mostrar durante mucho más tiempo. El partido entre Austria y Alemania que "celebraba" la unificación entre los dos países, fue el último de esa selección, que incluso sin pretender ganar el partido por temor a las represalias nazis, lo consiguieron por 2-0, con celebraciones "indecentes" de Sindelar, que fallecería pocos meses después en condiciones sospechosas.

También era la Hungría de los míticos Ferenc Puskas, Sandor Kocsis o Josef Bozsik, conocidos como el Equipo de Oro. En cierto modo hay que agradecerle la faena a un tipo que, quizás, no haya recibido todos los halagos que debería. Ese hombre se llamaba Jimmy Hogan. Su sensacional metodología durante los años 20 en Hungría y en Austria, trabajando con el Austria de Viena o el MTK Budapest el fútbol de pase, de control y de equipo, más adecuado a la metodología escocesa que no tanto como a la del fútbol inglés, basado durante los años 10 en un juego directo (literalmente), permitío el nacimiento de estas selecciones. Posteriormente trabajaría como "coach" (que no manager) en el Celtic, con un jugador llamado Jock Stein, que ulteriormente sería, desde el banquillo, el artífice de la única Copa de Europa del equipo escocés y del mejor juego visto en toda Gran Bretaña durante los 60 y 70 (¿Leeds United?, ¿Manchester? No way).  Hungría quedó subcampeona en Francia en el 38 y venía al Mundial del 54 tras ganar en 1953 en Wembley, en el famoso partido ante Inglaterra donde el juego de los británicos quedó retratado seis veces (los ingleses, autoproclamados campeones del mundo pasara lo que pasara y con Stanley Matthews a la cabeza, recordarán ese partido siempre).

Puskas, en su etapa del Honved
Y llegó Alemania al Mundial de Suiza 1954. ¿Favoritos para el Mundial? Ni de lejos, imposible utopía esa. Alemania no tenía ni fútbol profesional, ni una liga organizada decentemente, y la FIFA sólo les reconoció como federación en 1950. Además, después de haber perdido 3-8 en la fase de grupos contra la famosa Hungría no hacía prever nada bueno, aunque cabe decir que ese partido fue jugado con un equipo alemán de circunstancias. De todas formas, ni el propio Sepp Herberger, entrenador alemán, podría creer que se plantarían en la final contra el equipo magiar pocas semanas después.

Ahh, pero antes había que superar al otro fantasma germano en semis: Austria. No fue obstáculo y seis goles con sólo una respuesta aseguraban el duelo ante los húngaros. Todo un desafío a la historia de la joven Alemania futbolística. Emocionante reto, pero en la final esperaba la mejor selección del mundo, pese a que Puskas jugó aquella final más que tocado.

Determinación y tecnología. ¿Características alemanas, eh? Pues ahí se plantaban, fusionadas en el tándem que había propiciado dos guerras mundiales, en la final de Berna. Está vez, bajo la lluvia, sólo estaba el trofeo que pasaría a llamarse Jules Rimet. 

No estamos en la Fórmula 1, pero Adi Dasler había puesto a disposición de los alemanes botas con la gran idoneidad de poder cambiar los tacos según las condiciones del campo. "Vaya chorrada.." podemos pensar ahora, pero hace 60 años no era nada común y fue una de las claves para el desarrollo del choque. Esa era la primera ventaja.

La segunda baza, la de la determinación. El capitán alemán Walter Fritz era conocido por jugar por encima de sus posibilidades cuando el campo estaba mojado por la lluvia. Quizás es pasarse, pero tuvo su importancia, porque la sugestión mental siempre es vital en el deporte. Y quien diga que no, miente. 

Minutos antes de la Final
Ocho minutos de partido, y dos goles húngaros para probar el espíritu germano. Porque es demencial pensar que un equipo, que no ha perdido en 33 choques seguidos, y va ganando 2-0 tan temprano, puede perder ante un rival inferior. Además, el segundo había sido un regalo tremendo de la defensa germana.

No obstante, la tozudez alemana se materializó cuando Max Morlock fue el más despierto en el área magiar sólo dos minutos después. Sin haber llegado al minuto 20, llegó el héroe del partido, el legendario e inigualable Helmut Rahn, para empatar el partido.

Los alemanes tuvieron más fuerza en la segunda parte, posiblemente debido a una inyección de metanfetaminas, y el propio Rahn anotó el gol de la victoria con un potente disparo desde la frontal dentro de los últimos 10 minutos. A la polémica del posible (y más que probable) dopaje germano, se le unió el gol anulado a Puskas a falta de tres minutos para el final del partido. Luego hablan que la primera gran polémica de la historia del fútbol es el gol fantasma a Alemania en el 66...


Pero, quedémonos con lo bueno, que fue la aparición de la Alemania que hoy conocemos. Los Rahn, Fritz y compañía hicieron historia en un país dividido y deprimido en la dura por el mazazo anímico de la primera mitad de siglo. Además fue la semilla que hizo desatar la pasión por el fútbol en el país, y aquellos niños que vieron a sus nuevos ídolos ganar el Mundial, pronto emularían el gran éxito germano, no sin antes sufrir bastante. Y ese éxito también llegó junto al de algún club en competiciones europeas, llevando a Alemania a un doblete sonado frente al fútbol dominante de la época. ¿Déjà vu? Desde luego que sí, pero de eso hablaremos dentro de unos días.

Toni Ponce

mateja_pam@hotmail.com

4 comentarios:

  1. "El fútbol son 11 contra 11 y siempre ganan los alemanes", o "Alemania siempre es Alemania nuca hay que darla por muerta"... son frases ya históricas del fútbol que como hemos podido observar en este artículo vienen de lejos, para mí la mejor selección del mundo.

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  2. Por su constancia i forma de pensar también pensaría que es la mejor del mundo. Esta claro que a nivel de juego aún le queda para llegar a España o a la mejor Brasil, pero dudo que haya un pais que esté sacando tantos jugadores jóvenes y de talento como la Mannschaft y si sale bien esa generación, los amantes del futbol disfrutaremos mucho mucho mucho

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  3. 2010 >> Semifinal

    2006 >> Semifinal

    2002 >> Final

    1998 >> Cuartos de final

    1994 >> Cuartos de final

    1990 >> Campeones

    1986 >> Final

    1982 >> Final

    1978 >> Liguilla de cuartos/semis

    1974 >> Campeones

    1970 >> Semifinales

    1966 >> Subcampeones

    Not badly at all...

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